UNAM. DEMADEJANDO EL CONFLICTO>>

PERIODISTA GERARDO FERNANDEZ CASANOVA>>

UNAM. DEMADEJANDO EL CONFLICTO>>

Gerardo Fernández Casanova>>

Para comenzar, saludo con entusiasmo la respuesta de la comunidad estudiantil al conflicto provocado por la irrupción de golpeadores (porros) para dislocar una manifestación pacífica de los estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) con sede en Atzcapotzalco, Ciudad de México, realizada el lunes 3 de septiembre último. La existencia y la operación de tal tipo de grupos violentos constituyen una vieja lacra en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), creados por intereses externos para dominar y controlar políticamente a la máxima casa de estudios del país por ser un punto neurálgico del acontecer nacional. Bien por la enérgica respuesta del miércoles 5, a las cuarenta y ocho horas del caso, que llevó a más de 30 mil jóvenes a manifestarse enérgicamente, sin violencia, contra los grupos porriles y en respaldo a las demandas del CCH, así como a la magna asamblea estudiantil interuniversitaria que asumió la conducción del conflicto. Todo me indica que, al unísono con todo el país, la juventud estudiosa se suma al ánimo de transformación expresado en las urnas el 1 de julio y hace cara a la parte que le compete en la educación superior.

No es un asunto sencillo; es una madeja que primero hay que desmadejar, para luego construir sobre bases firmes. No dudo en afirmar que el problema fundamental, la causa generatriz de todos los demás, radica en manera en que el poder real concibe a la universidad y, en general, a la educación pública; tal poder, que se hizo del gobierno y de los partidos políticos en lo últimos cincuenta años (no sólo los neoliberales), etiquetó a la educación pública como instrumento de control social, lejos del afán de convertirse en agente de liberación y progreso. Esta condición, recrudecida en los últimos años, se ha expresado en la contención presupuestal, el control político y la represión, la degradación académica, el desprecio a sus egresados en el mercado laboral privado y público, principalmente en lo que le toca directamente pero envuelto en el deterioro de la sociedad toda: la violencia, la corrupción, la impunidad, la devastación de los valores y de la cultura, así como la destrucción de la economía y el bienestar social. Este es el meollo del asunto y deberá incluirse en primerísimo lugar en el empeño de la transformación de la realidad nacional. Esta es la real “bancarota”.

En este contexto y con tal ánimo, es una necesidad de urgente atención la eliminación de la violencia y del porrismo, identificando a sus patrocinadores inmediatos y a los de mayor poder. Entre los inmediatos no puede descartarse a las propias autoridades universitarias, no sólo de la UNAM, sea por la comodidad de gobernar a una comunidad amedrentada o por la necesidad de neutralizar a otros grupos de porros ajenos a la institución, ambas causas deleznables. No son extraños los casos de grupos políticos de alcance local o nacional a quienes les es útil contar con grupos de choque capaces de desbaratar protestas o de aparentar apoyos populares, también despreciables.

Pero quiero llamar la atención en un aspecto significativo. En  muchos países se han dado movilizaciones estudiantiles, muy frecuentemente relacionados con el tema de oponerse a la privatización de la educación; en tales casos la gran prensa nacional e internacional presenta una imagen de rijosidad y vandalismo de los jóvenes y, por lo general, logra el objetivo de acallarlos. En tanto que si se trata de protestar contra un gobierno “populista y nacionalista” el tratamiento de la prensa es la imagen de la heroicidad de la juventud luchando por la libertad; Brasil en la antesala del Mundial de Futbol; Venezuela desde que Hugo Chávez tomó el poder; Nicaragua en estos momentos, todos han registrado tal perfil de movimientos que, para decirlo suave, “me da la impresión” de que la mano que mece la cuna se llama Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Un gobierno popular surgido por el voto abrumador de la gente, por más que intente mostrarse conciliador, no deja de ser peligroso para intereses de las oligarquías nacional e internacional, por lo que más vale darle un toque de aviso para limitar sus actos; para advertirle de no pasar de determinado límite en sus afanes democráticos. Para ello son de gran utilidad los grupos de choque. Hay que estar muy alertas y apostar a que los propios estudiantes deshagan tales truculencias. Tengo confianza que así será.

(Ofrezco disculpas a lectores y editores por mi ausencia de dos semanas. Fue por causa mayor).

Correo electrónico: gerdez777.gmail.com

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