EL DOMINGO.>>
“Vendremos a él y haremos nuestra morada en él”.>>
En los discursos de despedida durante la última cena, Jesús responde a la pregunta del otro Judas: “¿Por qué te manifiestas solo a nosotros y no al mundo?”. La razón, explica Jesús, es la comunión profunda que solo sus discípulos pueden experimentar: unión con él y, en él, con el Padre celestial. Esta comunión surge del amor a Jesús, que se demuestra cumpliendo su mandamiento fundamental: el amor fraterno.
Quien ama a Jesús y vive este amor entre entra en el misterio divino: “Mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada en él”. Este misterio que supera nuestra comprensión, requiere la ayuda de Dios. Por eso Jesús promete enviarno al Espíritu Santo, quien nos enseñará y recordará todo lo que él ha dicho. El Espíritu, que procede del Padre y del Hijo, nos introduce en esta comunión y nos sostiene en ella.
Jesús, al prepararnos para su retorno, asegura su presencia continua por medio del Espíritu Santo. Este nos permite experimentar el amor de Dios, que da plenitud a nuestra vida desde ahora. Aceptemos al Espíritu y dejemos que transforme nuestra vida, guiándonos por el camino del amor fraterno.