PERIODISTA GERARDO FERNANDEZ CASANOVA>>
MÉXICO TERRENO MINADO>>
Gerardo Fernández Casanova>>
La profunda crisis que vive el país se presenta como el transitar por un terreno minado en una noche sin luna. Sólo se vislumbra el creciente destello de un resultado electoral promisorio por el cada vez más cercano cambio de régimen, si triunfan MORENA y López Obrador en las elecciones del 1 de julio, aunque también tengan que caminar entre graves riesgos. Comienzo por enumerar algunos de ellos:
El proceso electoral, en sí mismo, con alto riesgo de ser objeto del tradicional fraude. El propio candidato del PRI lo anuncia en Tlalnepantla, Estado de México, al poner como ejemplares las elecciones del año pasado en esa entidad en la que el candidato de ese partido sólo pudo “ganar” con los votos de sus coaligados, todo el proceso marcado por un mega fraude electoral que incluyó todas las marrullerías conocidas y por conocer. Meade aseguró que van con todo –lo podemos imaginar- para ganar la presidencia. De ser así la bronca que se provocaría no sería de pronóstico reservado, sino muy claramente explosiva, ahora con una Ley de Seguridad Interior que legaliza la represión.
La renegociación del TLC está inmersa en un vericueto casi insalvable. Por un lado está la imprevisible actuación del blondo troglodita dispuesto a emprender una guerra comercial de graves consecuencias para el mundo, la que aprovecha para hacer chantaje en las rondas de la renegociación. Dice que el TLC es el peor tratado suscrito nunca por su país y quiere corregirlo con el criterio único de que USA es primero, lo cual agrava la asimetría entre las economías de los socios, particularmente la de México con un gobierno debilitado en pleno proceso electoral. Conociendo a nuestros representantes, no es desatinado suponer que prefieran acelerarlo y firmarlo antes de las elecciones aceptando los caprichos trumpianos, al efecto de contar con su apoyo para practicar la imposición de Meade por la vía del fraude y una brutal represión. Si la circunstancia lleva a su solución después de las elecciones y Morena se alza con el triunfo, los mismos conocidos, aún en la presidencia, podrán negociar con todas las cargas explosivas para que le revienten a López Obrador y, con ello, iniciar la labor de zapa a su gobierno a penas en ciernes, con las famosas calificadoras de riesgos colocando al país en el sótano de las preferencias de inversión y en las nubes el costo de interés a los bonos mexicanos, entre otras bombas. Por su parte, AMLO tendrá un muy estrecho margen de maniobra para implementar sus proyectos de gobierno, incluso para tomar la estafeta de la renegociación en condiciones de mayor fortaleza y patriotismo.
La deuda pública, la federal, la de las empresas del estado y las de los gobiernos estatales, se encuentra en niveles de cerca del 50% del PIB y el pago de intereses ocupa un monto insostenible en el presupuesto. Es obligada una renegociación pero los dados estarán marcados a favor de los acreedores. Con o sin AMLO el riesgo de caer en default es real.
La inflación está siendo difícil de controlar y los precios de las subsistencias aumentan día con día y, en paralelo, el encabronamiento social. La devaluación de la moneda aunada a la destruida capacidad de la oferta interna de bienes hace que todo su impacto se refleje en los precios. Ni aún con la presión de Canadá y USA el gobierno cede en materia de topes salariales.
La corrupción desatada, la impunidad y la politización de la justicia, han generado una mayor violencia, con énfasis en las mujeres, los defensores de derechos humanos y periodistas. Ya resulta insoportable y causa de severos daños a la sociedad y a la economía. La atención a los damnificados por los terremotos está podrida de corruptelas y desvíos hacia manejos electoreros.
Son muchos más los agravios acumulados y las minas en el panorama nacional. Los enunciados son suficientes para vislumbrar un grave riesgo de mayor degradación nacional en el corto plazo y de tirar por la borda la esperanza del cambio, tan anhelado, a lograrse en el mediano.
No basta con que López Obrador resulte ganador de la presidencia; es necesario que cuente con una sólida y suficiente mayoría en las cámaras pero, más que nada, México necesita que la gente dispersa se constituya en pueblo organizado, capaz de apoyar críticamente y de manera eficazmente condicionada al nuevo régimen. Lo peor que puede suceder es que, habiendo condiciones favorables, no haya suficiente pueblo para salvar al pueblo.
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